Beatos Mártires de Cartagena
El 30 de julio de 1936 se presentaron en la Escuela San José un grupo de personas que se decían "Trabajadores de la Enseñanza", reclamando que les entregaran el inmueble, en nombre del «Frente Popular» (formado por partidos y organizaciones de izquierda).
El Hno. Director llamó al abogado de la Escuela, D. José María Campoy, que consiguió diferir lo que exigían aquellos señores. Pero cuando el Hno. Director esperaba que volvieran para exigir la entrega del edificio, los que acudieron fueron veinte milicianos de la C.N.T.
El 1 de agosto trasladaron a los Hermanos a la cárcel, donde ya estaban detenidos otros sacerdotes, religiosos y católicos figurados por sus creencias. Mientras los Hermanos estuvieron detenidos, una dama caritativa, con sus cuatro hijas, les llevó todos los días la comida, que ella misma cocinaba.
Los Hermanos llevaron en la cárcel una vida de suma edificación. Pasaban rezando la mayor parte del tiempo, juntos recitaban el rosario y el vía crucis, leían en voz alta algún libro piadoso y también escribían cartas, la mayor parte de las cuales no llegaron a destino
porque los carceleros las rompían.
El 30 de septiembre se constituyó el tribunal popular para juzgar a los Hermanos y el juez D. Lino Martín Carnicero decretó ponerlos en libertad, porque los cargos contra ellos no constituían delito alguno (El acta del juicio se conserva), pero el 2 de octubre, un escrito del Comité del Frente Popular de Lorca mandaba que se ignorase la sentencia, ya que aquellos presos eran considerados peligrosos. Por lo tanto, los Hermanos siguieron presos.
Los días transcurrían sin poder adivinar el futuro, hasta que llegó el día de la muerte. Fue el miércoles 18 de noviembre de 1936. Y uno de los milicianos que intervino en el asesinato, Juan Meras, relató más tarde el suceso:
Un jefe miliciano, llamado Avelino, dio orden, a las 5 de la mañana, de sacar a dos sacerdotes y a los cinco Hermanos. Les ataron los brazos, los subieron a un camión y les dijeron que les llevaban a otro sitio, para prestar declaración. Pero donde los llevaron fue a las afueras del pueblo, a un monte donde hubo unas minas de azufre, uno de cuyos pozos tenía más de 100 metros de profundidad. Los mandó sentar, atados como estaban, y que rezaran. Un pelotón de milicianos se puso detrás de ellos y el jefe ordenó disparar. Después, con el revólver remató uno a uno con un tiro en la cabeza. El relato dice que algunos milicianos se pusieron a bailar y a pisotear los cadáveres. Luego les quitaron las cuerdas y, agarrándolos por los pies, los arrastraron hasta el pozo de azufre donde los tiraron.
«Es bastante profundo para que nadie se entere que están aquí, y en caso de que triunfen los católicos no vendrán a venerar sus restos», dijo uno de los milicianos. Actualmente el pozo es conocido como "Pozo de los Mártires".
“Ovidius Bertrandus et IV Socii, necnon Joseph Maria Cánovas Martínez”
Esta Causa agrupa 6 Siervos de Dios: 5 Hermanos de las Escuelas Cristianas de la escuela de Lorca y el cura del pueblo, Don José Cánovas Martínez. El Proceso ordinario fue celebrado en la diócesis de Cartagena del 27 de octubre de 1958 al 18 de marzo de 1959. Los testigos fueron 24 y declararon en 44 sesiones. El material recogido en la diócesis fue enviado a Roma, donde obtuvo el Decreto de Validez solamente el 29 de mayo de 1992.
El camino de la Causa se concluyó en Roma el 16 de diciembre de 2006, con la proclamación del Decreto sobre el martirio por S. S. Benedicto XVI.
Beatificados el 28/10/2007
(Junto a los de Barcelona, Ciudad Real,
Toledo y a otro conjunto de 498 Mártires)
Memoria litúrgica: 6 de noviembre.